27 enero 2010

Recuerdos en conserva

Recuerdos en conserva por Pau

Cristina vivía junto a su madre en un pueblo cerca del faro. Desde pequeña les gustó observar cada uno de los regalos que la naturaleza tenía para ella: sentir el calor del sol en su piel, el vuelo de las gaviotas en las rocas, el sonido de las olas. Cada vez que podía, humedecía sus pies para refrescarse y recorría la orilla recogiendo toda clase de objetos que al llegar a casa guardaba con esmero.

El tiempo fue pasando, lo que al principio era una pequeña estantería se fue convirtiendo en un armario lleno de frasquitos de vidrio, los mismos que acostumbraba dejar su abuela cuando tomaba sus remedios y que ella al reciclarlos, conservaba toda clase de colores y aromas dándoles un nuevo sentido. Muchos de ellos a simple vista parecían vacíos, pero la niña los contemplaba con ilusión, escogía uno y al abrirlo sonreía recordando el lugar en que había estado y los momentos que había vivido como una parte del corazón de chocolate del pastel de cumpleaños que le hizo su madre, la flor que le regaló su padre el primer día del colegio, la canela del té que tomó junto a su abuelo las tardes de abril, las conchitas que recolectó del paseo de curso, la estrella de mar que recogió junto a su primer amor, un niño que en ella despertaba sentimientos especiales y que vivía junto a la pastelería a dos cuadras de su casa.

Una mañana, el viento que en un principio se escuchaba como un suave silbido se transformó en ráfagas que volaban todo lo que encontraba a su paso, comenzando a temblar más seguido la tierra se remeció con fuerza mientras en la radio las noticias se hacían eco de la gran tormenta que azotaba la bahía. Pensando en la seguridad de ambas, la madre de Cristina dejó todo tal como estaba y confiada en que no sería algo tan grave, tomó a la niña del brazo y corrieron hacia la puerta para seguir por la calle rumbo al cerro mientras ella, a pesar del miedo sollozaba:

- ¡Mis frasquitos mamá!, ¡Mis frasquitos mamá!.

Al cabo de unos días las nubes se dispersaron, la lluvia por fin cesó y la tranquilidad volvió al lugar. Lentamente los habitantes fueron volviendo a sus hogares, a Cristina sus piececitos se le iban solos tratando de volver lo antes posible. Al llegar a casa fue corriendo hasta su habitación y al entrar gritó. Su madre al escucharla subió con rapidez, al entrar sintió una extraña sensación que le provocó una paz interior, por unos instantes se olvidó de todo los que había pasado hasta ese momento, pero al ver a su hija llorando desconsolada entre miles de pedazos de vidrio, con calma la alejó de los trozos para que no se cortara y preguntó:

- A ver Cristi, cuéntame porque son tan importantes esos frasquitos, si yo puedo comprarte unos nuevos en cuanto pueda.
-Es que eran únicos, en cada uno de ellos estaban mis mejores recuerdos conservados en esos pequeños envases y son momentos que ya no volverán.
- ¿Estás segura que no volverán?
La niña dejó de llorar y sin comprender preguntó:
- ¿Por qué me dices eso mamá?
- Cuando lloraste vine corriendo a verte y al entrar, tu dormitorio estaba con un aroma que me hizo pensar que a pesar del temporal que habíamos vivido, gracias a Dios estábamos a salvo y sobretodo a ti, mi hija querida, no te había pasado nada y sentí una alegría inmensa.
- Y eso ¿qué tiene que ver con mis frasquitos rotos? – preguntó la niña.
- Si te fijas bien, los trozos de vidrios con el sol formaron un arcoíris, proveniente de lo que tú, con mucho amor y dedicación conservaste hasta ahora y que esparcidos en el aire fueron capaces de transmitirme esa paz. Así, cada recuerdo que en ellos guardaste afloraran desde de tu interior y seguirán para ti vivos manteniendo un recuerdo latente en tu corazón.
La niña quedó en silencio y una luz de esperanza se dibujó en sus ojos, la abrazó con todas sus fuerzas y en un beso le agradeció sus palabras.

Cuando la calma volvió del todo al lugar, Cristina tomó los frasquitos que le regaló su madre y comenzó a llenar la casa con nuevos recuerdos en conserva cargados de felicidad.

 
Escrito por: Pau, La voz de una Gata 
Imagen: una fusión de imagenes de Google
Publicado en: el blog El bufón digital para el concurso Perezosos Golden Blogs II
En mi otro blog: están los resultados y la historia de este relato

1 maulló:

Unknown dijo...

Me encanta el concurso de mi querido Perezoso no sólo me anima a escribir mi segunda joya gatuna literaria jeje, sino también es un lugar de encuentro y amistad prrrrr ^_^

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